CUIDADORES DE LA TIERRA
 

Exterminados a través de los siglos, muchas comunidades de habitantes originarios del planeta han desaparecido, otras ven en su futuro igual posibilidad debido a la disminución de sus integrantes a que los condicionó la "civilización".
Los sobrevivientes están aquí y ahora con un presente incierto. En su mayoría han adoptado costumbres, normas económicas y de trabajo en las que son cruelmente explotados y han tomado nuevas de formas de religiosidad.
Hoy ven, con disimulada tristeza, como sólo son objeto de curiosidades científicas o turística. Mientras, en silencio, casi con vergüenza, llegan a las ciudades a ofrecerse como mano de obra barata y sin quererlo, aumentan las estadísticas de enfermedad y pobreza.

Casi todos, muchas veces, sin tomar conciencia de ello, estamos influidos por la cultura aborigen a través de los alimentos que ingerimos: papa, batata, tomate, maíz, lenteja, ajo. Muchos de los alimentos básicos del mundo fueron cultivados primitivamente por estas poblaciones.
Palabras que usamos o medicinas a las que recurrimos a diario son del mismo origen, canoa, chocolate, quinina, digitalina.
Según estimaciones el 75% de los productos farmacéuticos derivan de plantas medicinales naturales de zonas habitadas por aborígenes.
La introducción de especies animales y vegetales del Viejo Mundo en América y la difusión de otras de origen americano en Europa, Asia y África, como así también la transmisión de graves enfermedades contagiosas alteraron profundamente la ecología del Planeta. De Este a Oeste llegó la viruela y el tifus mientras que el camino inverso era recorrido por el tabaco y el cacao.

En sus prácticas agrícolas los pueblos aborígenes ejercen una magistral administración y manejo de los recursos naturales y el ambiente de la Tierra que habitan.
Sus métodos favorecen la conservación y diversidad biológica, han demostrado que son los mejores guardianes de esa biodiversidad.
En sus ritos religiosos destinan bosques y tierras como reservas sagradas de la vida silvestre y como eterno hábitat de los dioses y espíritus.
En la actualidad gran parte de la humanidad trata de dominar el mundo natural apelando a tecnologías cada vez más sofisticadas, no así los pueblos indígenas que, como ya dije, favorecen el desarrollo sustentable que es el que responde a las necesidades del presente sin poner en peligro a las generaciones futuras en la satisfacción de sus necesidades básicas tal cual se las conoce desde la visión economicista actual.

Crisis como el aumento de la temperatura del Planeta, la deforestación y desertificación que ocupan el primer lugar en las preocupaciones internacionales ponen a los pueblos aborígenes en una posición especial.
Considerados durante siglos "primitivos" para hacer frente a la modernización, victimas indefensas de la discriminación y la enajenación de sus tierras, han empezado a ganar reconocimiento por su habilidad natural en el ordenamiento del ambiente y un rol protagónico en el esfuerzo por que el futuro del mundo sea más promisorio y vivible.

Tal vez empujados por las circunstancias, deforestación acelerada de selvas, despojo de su medio de vida, diezmados por enfermedades y sometimiento a la servidumbre, han tenido que abandonar las tierras en que vivieron sus ancestros para asimilarse a una cultura que les es extraña. El reconocimiento de esa situación, hace que hoy la comunidad internacional reconozca los problemas de las diversas etnias, su perdida de identidad y también su idoneidad en el manejo de los suelos, en una parodia de reconocimiento de igualdad y derechos humanos que solo queda en grandilocuentes exposiciones mientras la realidad pasa por encima.

Las grandes selvas aún albergan en el mundo 50 millones de aborígenes.

El año 1993 fue declarado por la O.N.U. "Año internacional de la s Poblaciones Indígenas en el mundo" con el objetivo de "Fortalecer la cooperación internacional para la solución de los problemas con los que se enfrentan las comunidades indígenas en esferas tales como derechos humanos, el ambiente, el desarrollo, la educación, y la salud". Paradoja de la vida, en el más importante organismo internacional que se arrogan derecho de hacer tamaña declaración, ellos los verdaderos dueños y cuidadores de la Tierra no tienen voto y apenas vos.

Algunos datos de la realidad:

Hay 300 millones de aborígenes distribuidos en 70 países de América, Australia y Regiones Árticas. Sólo el 5% de la humanidad.

En Guatemala, Perú y Ecuador constituyen el 50% de la población actual.

Existen en el mundo no menos de 5000 grupos indígenas diferenciados por su lingüística, cultura y ubicación geográfica.

Algunos grupos aún conservan sus costumbres a pesar de los gobiernos y apetitos comerciales.

Además del exterminio liso y llano se emplean sutiles amenazas par su extinción. El grupo aborigen Innu de Canadá tienen que soportar el ruido ensordecedor de aviones militares entrenándose sobre sus anteriores tranquilos parajes, lo que ha trastocado el comportamiento de sus rebaños de Caribúes base de su economía, sin mencionar lo que el ruido excesivo produce en los seres humanos.

 

Todos, los que permanecen en su lugar natural como los asimilados por las ciudades tienen características común, su especial relación con la tierra, así lo indican los nombres Inuit, Kapayos, Maroíes, Mapuche, que significan simplemente "pueblo", "gente de la tierra".
Hago mías las palabra de dos personas diferentes culturas pero con algo en común, su amor por la naturaleza y por el hombre.
"Estoy tratando de preservar la noción de que las selvas y este planeta están vivos , y de devolvérselos a ustedes que han perdido la comprensión" Dirigente de la etnia Kapayos de Brasil.
"La diferencia entre los aborígenes y el resto está en el divorcio con la naturaleza". Ronald Hoenes, Director del Centro Internacional de Estudios Indígenas y de Desarrollo.

 Profesora Susana Papale